Ya ha pasado un poco más de una semana desde el plebiscito de salida, en donde el país
con toda su diversidad fue a votar, y más allá de la amarga derrota cabe citar a Fernando
Paulsen cuando se pregunta “¿Qué cresta fue lo que paso?”.
Ante eso son muchas las opiniones, análisis y reflexiones, todo el mundo se vuelve experto
en política luego de una elección. Sin embargo quiero plantear algunas preguntas que,
sin tener una respuesta clara, espero que sirvan como punto de partida para el entendimiento
del fenómeno social que fue el plebiscito de salida.
La primera pregunta es ¿Quién ganó? algunos podrían argumentar que Amarillos por Chile
(Que al momento de escribir esto anunció que se conformaría como partido político. Otros
dirían que la derecha, o la gente, la cordura, el pinochetismo, el centro, la gente, el pueblo, pero
¿y quién es el pueblo?.
Ciertamente es una pregunta que no responderé aquí, pero ciertamente fue a votar en una
elección de volúmenes históricos y con un tajante resultado. Pero fue todo el mundo a votar:
Viejos, jóvenes, millenials, inmigrantes, campesinos, mineros, pescadores, otakus y un largo
etcétera de etiquetas posibles que utilizamos para describir a todos quienes habitamos Chile.
Somos un país donde conviven diversos grupos de personas, cada uno con sus intereses,
formas de entender la vida, y una idea de lo que más o menos es el bien común ¿Y qué es
el bien común? eso dependerá de cada individuo y múltiples factores sociales, culturales y
de historias de vida, pero finalmente estas experiencias modelan cómo pensamos, lo que
consideramos correcto o incorrecto, lo peligroso o lo necesario, lo que estamos dispuestos a
aprobar o rechazar.
Entonces ¿por qué la gente votó como votó? Esa es otra pregunta que muchos pueden
responder por twitter, pero ciertamente es necesaria la sabia luz de los datos para poder dar
una respuesta que no sea algo que escribí en el baño, pero algunas ideas me puedo hacer.
Se habla de los históricos tres tercios, pero ¿son los tres tercios de hoy los mismos del
pasado? yo diría que no, el contexto es absolutamente distinto a lo vivido en el pasado,
ciertamente hay patrones históricos, pero quienes habitan esas posturas políticas son
distintos, llegando quizás, al mismo puerto por otros caminos.
¿Y porque no nos dimos cuenta antes que estaban allí?. Tal vez porque el algoritmo de tus
redes sociales te muestra solo cosas que te gustan, por lo que todo lo que nos cae mal, va
quedando de lado o lo vemos a través de una cuenta con la que estamos ideológicamente
de acuerdo.
¿Y que rol ocupan aquí las redes sociales? bueno, sino el escenario, al menos una parte
importante de la escenografía. Memes, funas y fake news fueron un tema recurrente, algo
vimos, consumimos o compartimos y que en base a eso (más que al mismo texto,
tristemente) terminamos formando una opinión, no necesariamente fundamentada en la
razón, sino que en algo identitario y opuesto a lo que tengo al frente.
Ellos contra nosotros, civilización y barbarie, es un concepto que se repite a lo largo de
nuestra historia como humanidad, todos queremos pertenecer a un grupo y ojalá que sea el
mejor grupo.
Pero más allá de la caja de eco y limitación de las redes sociales para compartir con otros
(ironías de la vida), tarde o temprano hay que asumir que tal o cual grupo de personas, que
me caen pésimo (aquí cada quien se imagina a quien quiera) vive en el mismo país que yo,
y que lo queramos o no tenemos que sentarnos a conversar, negociar, pelear, luchar o
como quieran llamarlo, pero hay que hacerlo.
Todavía quedan más preguntas, pero en esta sitcom de dramedy que es nuestra patria, uno
nunca sabe cuando puede quedar la embarrada de un momento a otro, y darnos,
nuevamente, nuevas preguntas y certezas.