Émile Durkheim, padre de la sociología moderna (inicio siglo XX) definió a los “hechos
sociales”, en su obra “Las reglas del método sociológico”, como: “… unos modos de
actuar, pensar y sentir externos al individuo (exterior a este), y que poseen un verdadero
poder de cohesión en virtud del cual se imponen a él”.
Después de una estrepitosa derrota en una “pelea” que él mismo focalizó sobre él, ya
que parte del plebiscito del 4S se transformó en un plebiscito sobre el desempeño del
gobierno de G. Boric, el Ejecutivo ha difundido en los medios tradicionales y en redes
sociales (rrss), hasta saciedad, imágenes de algunos miembros del gobierno bailando
cueca. Algo absolutamente similar a lo que se veía con los gobiernos anteriores de la
Concertación, Nueva Mayoría, Piñera I y II. A cierta época, eso había sido criticado y
juzgado de manera negativa por los mismos que gobiernan hoy. Pero acá conviene
subrayar algo que es fundamental.
El contexto, en estos momentos, es totalmente diferente a lo que se vivía en los
gobiernos anteriormente citados. En primer lugar, vivimos un tiempo post 18-O.
Si bien esté de moda reivindicar el hecho que el “octubrismo” murió,
sin definir con precisión lo que engloba ese concepto, nadie puede razonablemente
afirmar que el Chile de hoy es el mismo que el anterior al 18 de octubre de 2019.
El panorama partidista y electoral puede, pero aún no es el caso, volver a algo de
asimilable a lo que era antes, pero quizás también es un error pensar que así lo será.
Una corriente como la que representa hoy el Partido de la Gente, no existía durante las
administraciones anteriormente citadas y no únicamente debido al hecho que el sistema
binominal haya estado en vigor en esos periodos. La sociedad ha cambiado y las rrss son
partícipes de esos cambios. Más que en la “sociedad líquida” descrita por Bauman,
quizás, estemos viviendo en una sociedad “gaseosa”…. a la chilena.
Por otro lado, es imprescindible que el gobierno actual considere con agudeza la
contingencia a la cual se está confrontando, junto con el país. Acá, se ha vivido muy
recientemente una derrota brutal. Una fractura. Acaba de fracasar un intento
constitucional que este mismo gobierno promocionaba. Conjuntamente a aquello,
también vemos una cesantía que no retrocede, una delincuencia que se dispara, una
incertidumbre política creciente de la cual siempre se aprovechan los extremos. Y hoy,
ese ethos, lo está usufructuando la extrema derecha (o la verdadera derecha como
algunos suelen llamarla), a lo menos una “derecha” dura. En ese contexto, ¿Es realmente
el momento de difundir intensamente las típicas fotos “dieciocheras” sin que eso tenga
un costo político?¿Están las condiciones para aquello? Justo antes del fin de semana
largo de Fiestas Patrias, ya explotó el escándalo de una asesora del segundo piso de la
Moneda que fue nombrada como testigo por el FBI en un caso que involucra el cartel
mexicano de Sinaloa. Las Fiestas Patrias ya concluyeron. Quizás el mayor “ terremoto”
que va tener que ser digerido por el Ejecutivo viene para más adelante.
Esa superficialidad subrayada en la comunicación acerca de la gestión política; la
exhibición a ultranza en torno a esta; y llamativamente en torno a aspectos personales
que tienen poco que ver con la gestión en sí misma; se concreta esencialmente en una
plataforma como Instagram. Todos los principales actores del gobierno la utilizan. La ex
ministra del interior es un botón de muestra de aquello. En su pagina personal/oficial en
“insta” se pueden apreciar fotos de su linda hija que ya tenía un “sobrenombre” para el
mundo virtual, el de “baby Khala”, como también se pueden ver fotos de ella como
ministra y la primera imagen que publicó desde el cambió de gabinete; ella tomando, en
una fonda, un terremoto gigantesco. Igual ahí, hay como un desfase real entre la
“gravedad” y simbólica que existe en torno a la renuncia de este personaje político,
importante en la primera fase del gobierno de Boric, y el “mensaje”, porque las fotos
siempre hablan, que ella se permite hacernos llegar. Sigue la misma liviandad y
superficialidad de una comunicación que fue a todas luces errática. Podemos tomar
otros ejemplos, en la misma plataforma, considerar las “selfies” del ministro Giorgio
Jackson y los vídeos de sus bailes, y/o apreciar el último corte de pelo de la diputada
Karol Cariola. Frente a aquello, conviene interrogarse ¿Qué obliga a una cierta
generación de políticos a comunicar así y a vivir de esa manera los eventos a los cuales
se confrontan? Los dos últimos citados estaban, ambos, involucrados en unos primeros
roles en la campaña perdedora del Apruebo.
Retomando a Durkheim, podriamos pensar que las características mencionadas y
prácticas identificadas son un hecho social a lo cual debemos acostumbrarnos, porque
parecen ser exteriores a los individuos concernidos, como también parecen ser
colectivos porque parte de la misma cultura de la dicha sociedad. Porque vivimos en una
donde el narcisismo reivindicado es un paradigma exaltado y que tiende a ser
profundizado. Todos los días, muchos se preguntan, sistemáticamente, al igual que la
malvada reina en el cuento Blancanieves, “Espejito, espejito, ¿quien es la más bella/o
del reino?”. El único problema consiste en que a tanto mirarse el ombligo, a tanto querer
reivindicar y lucir su trayectoria personal y singular, esto impide abrirse a lo que está
pasando en el mundo exterior, a “recoger” lo que no va en el sentido de su propio ego.
Pero, en sí, ¿eso constituye una fatalidad, a partir del momento que se tiene identificado
aquello y que se pueda enmendar algunos aspectos?… Quizás, también, sería
interesante analizar tal actuar a través del concepto de “habitus” de Pierre Bourdieu,
otro gran sociólogo. Quizás sería de una gran ayuda.
Sin embargo,se debe subrayar otro elemento. La liviandad en la ejecución de lo político;
cuya exhibición en las rrss es un síntoma y al mismo tiempo un medio para aquello; se
confronta a un activismo, en esas mismas redes, de los grupos de extrema derecha, que
gozan de un desempeño muy intenso y eficiente como lo demostró el éxito de la
campaña del Rechazo. Pensar que la receta adecuada para contrarrestar las dinámicas
que se resforzaron posteriormente al 4-S, es tan simple como regresar al manejo político
del “tiempo de antes” y/o focalizar demasiado el actuar político sobre la reanudación o
no del proceso constituyente, son quizás caminos que pueden reducir, para el gobierno,
aún más el margen de acción que ya se restringió considerablemente después del
plebiscito. Se debe cambiar una metodología si esta no da resultado, porque
lógicamente el pueblo que se gobierna no se puede cambiar. Hay que tratar de no
quedar encapsulado y “prisionero” de su propia condición, modus operandi y también
de las circunstancias. Émile Durckeim decía que “el pueblo, en su integridad, como
entidad, nunca se corrompe, pero sí a menudo se engaña, y sólo en ese entonces este
parece desear el mal”. Por ende, el gobierno debe claramente tener conciencia de lo
que está en juego en estos tan peculiares momentos para el país y visualizar en cuáles
condiciones todo esto se está dando. Porque peligro para él hay. Y eso es más política
que sociología.