Son pocas las palabras que pueden expresar lo que siento después de trabajar en un festival tan connotado como es Teatro a Mil. Ser parte de la parrilla de compañías seleccionadas para presentarse en AntofaMil es un gran honor que asumí con humildad y pasión. Sin duda alguna, fue una experiencia inconmensurable a nivel profesional y personal. Asimismo, participar con la obra Camarín fue un sueño cumplido debido a la profunda conexión que poseo con el montaje.
Cuando Claudio Sibilia, director de la compañía Ludo Teatro, me convocó para ser parte de este viaje no pude negarme. La obra es un conjunto de relatos disidentes ambientados en la época de los 70 en un Chile golpeado por la pobreza y la irregularidad de gobiernos que siempre hicieron vista gorda frente a la discriminación de la comunidad LGBTQIA+. Gracias a la temática que aborda, me vi interesada en el primer momento y decidí colaborar en esta creación colectiva con mis humildes conocimientos.
Mientras montábamos esta obra nos encontramos con diversas dificultades como un espacio para ensayar, un espacio para presentarse, entre otras. Gracias a las gestiones de nuestro director, tuvimos la oportunidad de presentar Camarín durante un mes en el espacio del Teatro Demoler. A lo largo de esta temporada, asistió un gran número de personas que incluían a artistas de la zona, gente de la comunidad LGBTQIA+, ex militares y diversas entidades de renombre en la región. Entre estas destacamos a la comisión de Teatro a Mil, quienes se llevaron una impresión positiva de la obra y nos proporcionaron el espacio para presentarnos durante su festival.
AntofaMil es un festival de 23 años de trayectoria que ha servido como espacio para la presentación de obras teatrales, performances, masterclasses y, por sobre todo, ha sido un lugar de convivencias entre artistas internacionalmente. Este año, fueron tres las compañías regionales que nos presentamos: Almareina, Ludo Teatro y Eterno Teatro.
Es importante para mi, destacar que la producción de Teatro a Mil supo dignificar nuestro trabajo como actores de la región. Creo que, en estos tiempos post pandémicos, es importante que las instancias para mostrar el teatro de la región sean aprovechadas al máximo. Siempre he sido fiel creyente de que el arte no debe centralizarse ni ser menospreciado sólo por el hecho de ser de región. Es más, en Antofagasta existe una gran cantidad de agrupaciones y compañías de teatro que anhelan la oportunidad de pertenecer a un festival, una varieté o algún otro espacio de convivio teatral. En este sentido, AntofaMil ha hecho bien el trabajo de generar un espacio para el desarrollo teatral de artistas antofagastinos.
No puedo terminar esta columna sin, finalmente, hablar un poco más sobre el mensaje de la obra Camarín. Nuestra sociedad vive en una constante polarización entre la izquierda y la derecha, Allende y Pinochet, los comunistas y los conservadores. Sin embargo, todo color político ha sido autorreferente e interesado con sus ideales. La señora Vicky es un personaje de ideales izquierdistas, sin embargo jamás se abandera con una lucha que no le beneficie a ella ni a sus chicas. Creo que la obra reafirma las palabras de Lemebel: “Cuando hagan una revolución que incluya a las locas avísame, ahí voy a estar yo en primera fila”. No importa quién gobierne, vivimos en un país discriminador donde nuestras hermanas siguen muriendo a diario. Hay trans negatividad, homonegatividad y machismo en cada esquina de Chile. En 30 años nada ha cambiado. Lo vivido por Vicky, Gloria, Mona, Lorena, Salomé y la Polilla, es una realidad que hasta el día de hoy podemos palpar, se hace evidente en las redes sociales y, sin embargo, aún no se hace nada. En base a esto sólo nos queda resistir, luchar y, desmesuradamente, amar.