Para vivir en una comunidad de bien y sin violencia debemos invertir en herramientas educativas que nos permitan mejorar las relaciones humanas.
Sabemos que las personas hoy viven distintas situaciones conflictivas y muchas son víctimas de violencia; hay mucha violencia en las calles, en las organizaciones, en las familias, entre padres y también en las instituciones. Se necesita con urgencia educar una disposición mental positiva y colaborativa para que las personas aprendamos a canalizar de forma constructiva, nuestra tendencia tan arraigada a intentar resolver violentamente nuestras diferencias.
La falta de COLABORACIÓN como una de las actitudes conductuales necesaria para decidir solucionar colaborativamente los conflictos, nos muestra el grave problema moral que tenemos relativos a la brecha de género, el incumplimiento de deberes familiares y la falta de relaciones sociales equitativas y saludables. Los altos índices de violencia contra la mujer, violencia intrafamiliar y violencia comunitaria que viven actualmente los vecinos y vecinas de nuestra región, dan cuenta de la real y urgente necesidad que existe de abrir espacios públicos de diálogo participativo y de aprendizaje integral, que permitan educar las habilidades sociales necesarias para la resolución pacífica y colaborativa de los conflictos personales. Las estadísticas nacionales muestran que, entre enero y abril de este año en curso, carabineros ha detenido a 9.746 personas por violencia intrafamiliar, lo que implica que, en promedio, al mes en nuestro país se registran casi 2.500 detenciones por este delito: 3 de cada 4 infractores son hombres y hay 10 comunas que registran el 21% de las detenciones: Puente Alto, Antofagasta, Arica, Puerto Montt, Maipú, Viña del Mar, Temuco, Iquique, Rancagua y Santiago. (fuente carabineros de Chile)
Los altos índices de violencia en la región nos muestran el grave problema moral que tenemos en nuestro país y la necesidad real que existe en nuestra comunidad de educar a los ciudadanos y ciudadanas, en la resolución pacífica y no violenta de
sus diferencias personales a objeto de poder contribuir al cambio de patrones culturales, familiares y sociales que se necesitan para fomentar una “cultura de paz y del buen trato”.
El aprendizaje para solucionar COLABORATIVAMENTE los conflictos personales y con perspectiva de género, es clave para establecer entornos sociales saludables, en miras hacia la Equidad de Género y la corresponsabilidad entre hombres y
mujeres.
El modelo de familia ha cambiado muchísimo en los últimos tiempos, cada vez estamos más aislados y es muy frecuente que las personas vivan sin una red social de apoyo a la que acudir. A partir de esto surge la necesidad de contar con espacios
sociales de aprendizajes, que se constituyan como un nexo para lograr mayores grados de desarrollo en las personas para enfrentar así los desafíos, los cambios y las problemáticas que hoy día vivimos, sobre todo en estos tiempos. Debemos
trabajar comunitariamente con ahínco en el mejoramiento del ser humano, en su capacidad de hacer el bien; para que las personas, ante una situación de conflicto, desarrollen las habilidades sociales pertinentes para la prevención efectiva de la
violencia, en todas sus formas ¿Cómo? Aprendiendo primero a resolver constructivamente nuestras diferencias.