“Él se lo pierde” le dicen a los niños y niñas cuando su padre no llega, no llama, no participa…cuando abandona. Cada vez que tienen un logro y esperan sus felicitaciones “no te preocupes, él se lo pierde”, cada día del padre, cada acto escolar en que pequeños e inquietos ojos buscan la multitud del colegio a “él “ él que se lo pierde.
A las madres les dicen “ Él se lo pierde” mientras sostienen emocional y económicamente a sus hijos e hijas, con desesperación, con cansancio y por momentos, con ganas de ellas también desaparecer.
La realidad es que nos han mentido: Él no se lo pierde. Las familias, hijas e hijos y las madres son los que pierden.
Todos los involucrados tiene derechos y obligaciones, sin embargo en nuestro país, los abandonados pierden derechos y a los abandonadores se les permite olvidar sus obligaciones, siendo las madres quienes terminan asumiéndolas, perdiendo libertad.
Hay que ser claros: existen hombres y mujeres abandonadores, pero las cifras hablan de un problema que golpea fuertemente a las mujeres. El 60% de los hogares son monomarentales: el 90% de los cuidados los ejercen mujeres y que el 72% de los hogares cuentan con jefaturas de hogar de mujeres que han sido víctimas de violencia intrafamiliar, de incumplimiento de pensiones de alimentos por años, incumplimiento de visitas y total abandono paterno. Se trata de mujeres que maternan e intentan solas sacar adelante a sus hijas e hijos.
Esta realidad que es tan común como cruel. Con la nueva ley de pensiones de alimentos y el actual Registro Nacional de Deudores de Alimentos se ve algo de luz al final de este oscuro túnel, pero resulta preocupante la demora en la implementación. Entrará en vigencia en mayo del 2023, por lo cual, los deudores tendrán tiempo de hacer desaparecer cualquier patrimonio.
Existen aquellos que no “trabajan”, o no cotizan, y ya utilizan cuentas de terceros para esconder ingresos.
Nos quedarán sólo las medidas de coerción que no necesariamente garantizan el pago, como la orden de arresto y el Registro de deudores. Ordenes de arresto que no se ejecutan, tenemos domicilios desconocidos y diligencias lentas por parte del sistema judicial y la PDI para poder dar con los infractores.
Finalmente el abandonador, no se lo pierde. El abandonador elige libremente.
Elige no celebrar el cumpleaños a sus hijos e hijas, elige no llevarlos de vacaciones, elige no llevarlos al colegio, elige pagar sus cuentas pero no la pensión de alimentos. Elige comprarse un auto, salir de viaje, elige no cuidar fiebres diurnas ni nocturnas, elige no lidiar con problemas de adolescentes, elige no hacerse cargo del daño emocional que provoca el abandono en sus hijos e hijas y elige perpeturar el abandono .
En resumen : Los abandonadores no se lo pierden… se lo pierden las familias, las madres, los hijos, las hijas y toda la sociedad. Esto… también es Chile.